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viernes, 12 de diciembre de 2014

RELATO FINALISTA "XIII CERTAMEN NARRATIVA BREVE AYUNTAMIENTO DE VALENCIA": "LA MUJER GRIS"




Sintió de nuevo ese pinchazo agudo, entre las costillas.
De nuevo, ese pinchazo que le obligaba a doblarse amarrada al palo de la fregona. Intentó coger aire, despacio, más despacio… hasta incorporarse de nuevo.
Quedaba media hora. Treinta largos minutos, todavía.
Y todavía era jueves. Y los jueves a la señora le tocaba sesión de spa y masaje.
A ver si con suerte llegaba a tiempo...A ver si hoy coincidían y podía pagarle el jornal de la semana. A ver si hoy era el día que podía comprar pescado, y una caja de esos cereales con cromos, para su niña y...
Y por una simple asociación de ideas, recordó los libros. ¡Los libros! Le brillaron los ojos.
Con los ojos puestos en el trapo que colgaba del cinturón de su ajada bata gris, se limpió las manos y corrió a rebuscar en el inmenso cubo.
Un cubo lleno de material escolar casi nuevo que ocupaba media galería. La señora había hecho limpieza, y además había unos cuantos comics antiguos de su hijo Borja. Estaban garabateados, algunas páginas rotas pero qué importaba...¡su niña iba a ponerse tan contenta...!
Tan contenta como ella… porque ahí la esperaba el segundo de los tesoros, un capricho que encontró en la basura: un librito de una famosa colección de novela rosa... Total, los señores tenían en su biblioteca tantos...algunos, preciosos...y éste estaba para tirar... por suerte para ella. Suspiró y se lo metió en su pequeño bolso negro.
Con el bolso negro en equilibrio, se deshizo la coleta, al tiempo que dejaba la escoba y la fregona, en el cuarto de la limpieza. Se olió las manos. No tenían esa intensa fragancia del perfume de la señora... esa que ella aspiraba cada vez que pasaba por su lado. Las suyas, agrietadas, olían siempre a lejía. Se las lavó a conciencia con el jabón líquido, antes de ponerse su chaqueta gris y salir corriendo en busca de su pequeña.
Su pequeña volvería a repetir el mismo menú que ayer, pero se moría de ganas de verla sonreír con su cómic...
Atropellando unos pasos a otros y sin despegar la vista del suelo, llegó aprisa al colegio. No llevaba merienda, no hubo tiempo. Rebuscó en el bolsillo. Solo tenía unos céntimos...
Hoy no salía saltando como de costumbre. Hoy no parecía tan contenta. Arrastraba la cartera con desgana. Aun así la madre le regaló la mejor de sus sonrisas y se detuvo un poco el tiempo. Ya no había prisa.
— “¿Qué te pasa, cariño?” — buscó la respuesta en sus ojos almendrados.
— Nada — contestó la pequeña tirándole de la mano.
Llegando al viejo portal, la niña se echó a llorar repentinamente...
— Se rieron de mi, bueno… de mi cazadora.
— Pero... — replicó ella apoyándose sin aliento en el gris pasamanos de la escalera gris.
La niña, como explicación, metió un dedo por el agujero de la sisa de la manga.
— Esta noche, sin falta, te lo arreglo, y ya verás como ya nadie más se ríe de ti.
— Bueno, además... es que necesito otro lápiz, no puedo sacar punta ya y Marta no me dejó el sacapuntas...
— Mañana tendrás el lápiz más bonito del mundo, verás.
— ¿Sí? — preguntó esperanzada mostrando el hueco de su diente de leche.
“¡Maldita señora y maldita su sesión de masaje y spa!” escupió la mujer Gris para sus adentros. Ya sin aliento, subió el tercer piso y sacó la llave de casa.
En casa le esperaban dos camas por hacer, una cena que inventar, un piso que barrer...así que se remangó y empezó por el principio, a preparar a la niña un trozo de pan con mantequilla y azúcar.
Los ojos de la pequeña se abrieron de par en par con el regalo, y merendó sobre las viñetas garabateadas del viejo tebeo.
Su risa infantil la devolvía a la vida. Todo merecía la pena, todo recobraba sentido.



Mientras limpiaba el piso del salón, se acordó del libro...y de pie, apoyada en el palo de la fregona, comenzó a leer...casi sin querer...una preciosa novela de amor y pasión, entre una mujer bella y un hombre apuesto y enamorado. Una fantástica utopía.


Se sumió tan profundamente en aquel mundo imaginario, que el suyo propio casi, sólo casi… dejó de ser Gris. 


Casi dejó de ser gris hasta que la aguja del reloj la devolvió a la cruda realidad veinte minutos después. Abandonó entonces su pequeño tesoro en la mesa del salón. Dio la cena a la niña y la arropó en la cama. 


—¿Me cuentas una historia, mami?


— Sí, cariño, pero ha de ser corta...


—¿La de la princesa del castillo? ¡Sííí!


Quince minutos después, pelaba patatas, mientras el aceite comenzaba a calentarse. 


Las ocho y media. Y el sonido de la llave en la cerradura la hizo envejecer de pronto, sus manos temblaron, su vello se erizó, mientras chisporroteaba alegre el aceite en la vieja sartén. De nuevo, sintió el agudo pinchazo...pero esta vez no se encogió. Respiró lentamente… y sacó la última cerveza del frigorífico.


El estaba esperándola, en el sillón… con el libro en la mano.


— ¿Qué porquerías lees…?— la saludó


— Bueno...era un libro de la señora que...


—¿Qué te piensas? ¡Lo que nos faltaba! ¿Te crees que el mundo es de color de rosa o qué?- le preguntó mientras zarandeaba su tesoro y ella se apresuraba a darle como cada noche su cerveza. Él bebió un trago largo. Luego, la miró fijamente atravesándola con un inmenso interrogante y antes de que ella pudiese disculparse por su error, la mano de aquel hombre le abofeteó en la mejilla, gritándole: ¡Maldita inútil! 


Lo verdaderamente inútil era derramar más lágrimas. Aquella noche sólo hubo silencio y ese rancio olor a alcohol en la ropa… y varias pruebas más dentro de los bolsillos de la americana. Y mientras la niña soñaba con su princesa en el castillo, en aquel precioso mundo de color rosa, la mujer Gris se levantó sin hacer ruido y se enfrentó al momento más difícil. Lo necesitaba, por ella y por su hija. 


Su hija… Apretó dientes y puños, de puntillas, mirando hacia el precipicio. Inalcanzable, como dar un salto al vacío. Ahí abajo, le esperaba el auricular del teléfono. Sintió un vértigo atroz, pero aun así marcó los tres números… Todavía no era consciente de que ese simple gesto daría otro color bien distinto a su vida.


RELATO FINALISTA  CERTAMEN LA SALUD Y EL BIENESTAR DE LAS MUJERES



1

lunes, 25 de agosto de 2014

Por pura casualidad


"La mayor parte de las cosas importantes son fruto de la casualidad. También lo fue conocernos. Te recuerdo con las otras gafas, esa barba de tres días y tu sudadera roja, la que me pusiste por encima al acompañarme a casa. Claro que no estaba previsto que yo sufriera ese pequeño accidente ni que tú estuvieras justo en ese mostrador y a esa misma hora.
Siempre nos ha gustado bromear con ello, a pesar de que han pasado más de cinco años, y que hace cuatro que tomamos la decisión de irnos a vivir los tres juntos.
Conforme te escribo, se agolpan en mi mente todos los detalles. Me pregunto si el hecho de que te ascendieran en el trabajo y nos mudásemos al interior, desencadenó todo lo que vino después. Posiblemente… porque entonces fue cuando solicitamos el traslado del corto expediente académico de mi hijo Rober para que cursara tercero de primaria en el Colegio San Agustín, donde conocí a Gabriela, y las otras madres de los compañeros de su clase. Posiblemente, si no hubiera cerrado mi empresa, nunca habría intimado con ella, ni hubiéramos llegado a salir los cuatro a cenar, ni se hubiera convertido, en estos últimos tres años, en mi mejor amiga.
Podría poner más ejemplos para convencerte de que tú y yo hemos continuado juntos por pura casualidad.
Sin ir más lejos… el azar quiso que ayer mi coche se averiase, justo al lado de la Plaza de Castilla. Viniste a buscarme con tu impecable Lancia, y recuerdo que te comenté que justo a esta hora, hoy mismo por la tarde tenía algo muy importante, algo señalado en rojo en el calendario de la cocina desde hacía un mes… El destino quiso que sonara tu teléfono en ese instante y no me preguntaras dónde tenía que ir, tan sólo a última hora te lamentaste por no poder llevarme, porque qué casualidad… tú tenías un viaje relámpago de una noche programado para cerrar un importante trato con un cliente. Sabes que odio cruzar la ciudad en transporte urbano, nunca llegan a tiempo. La providencia quiso que a pesar de mi sprint final hacia la parada, el autobús C1 siguiese su camino sin mí y no me quedase otra alternativa que parar un taxi.
La mayoría de los taxistas son honestos, y de nuevo es cuestión de azar que te toque uno que no lo sea, que elija la ruta con más semáforos o lo más larga posible para engordar el importe de la carrera. Durante el largo recorrido, caí en la cuenta de que la propia Gabriela el día anterior me había metido en el bolso el último número de la revista en la que había escrito un artículo sobre el embarazo a partir de los cuarenta. Pensaba contártelo esta misma noche, después de la visita al ginecólogo privado al que me dirigía en el taxi. Pero la casualidad quiso que me desconcentrase en ese párrafo de la página 12, justo en el preciso momento que el taxista decidía acelerar en un semáforo ámbar. Puede que aquello fuese cuestión de milésimas de segundo. Es posible que de no haber tomado esa determinación, ni me hubiese dado cuenta de que pasábamos por la calle donde vive Gabriela. Pero tenía en mi mano la revista y aunque deseaba seguir leyendo, el azar quiso que levantase ligeramente la vista justo en el instante en que alguien atravesaba el umbral de su portal, con un trolley de fin de semana idéntico al tuyo.
¿Lo ves? Al final, todo se reduce a un cúmulo de casualidades.
Podía no haber levantado la vista y haber seguido mi camino sin descubrir nunca que ese atractivo tipo que entraba con un trolley gris ceniza en casa de mi mejor amiga era mi marido. Podía haber salido cinco minutos antes de casa y haber tomado el autobús, y no pasar en ese preciso momento por casa de Gabriela. Podía haber tenido la fortuna de que me llevase un taxista honesto y prudente que respeta los semáforos en ámbar.
Y si esto hubiera sucedido, durante el desayuno de mañana no te hubieras encontrado nunca con esta carta. Yo no estaría a kilómetros de distancia y te hubiera esperado para desayunar después de tu viaje para darte la esperada noticia, después de tanto tiempo, por fin…vas a ser papá. ¡Enhorabuena!"
Sylvia Martín.

Foto: "La mayor parte de las cosas importantes son fruto de la casualidad. También lo fue conocernos. Te recuerdo con las otras gafas, esa barba de tres días y tu sudadera roja, la que me pusiste por encima al acompañarme a casa. Claro que no estaba previsto que yo sufriera ese pequeño accidente ni que tú estuvieras justo en ese mostrador y a esa misma hora. 
Siempre nos ha gustado bromear con ello, a pesar de que han pasado más de cinco años, y que hace cuatro que tomamos la decisión de irnos a vivir los tres juntos. 
Conforme te escribo, se agolpan en mi mente todos los detalles. Me pregunto si el hecho de que te ascendieran en el trabajo y nos mudásemos al interior, desencadenó todo lo que vino después. Posiblemente… porque entonces fue cuando solicitamos el traslado del corto expediente académico de mi hijo Rober para que cursara tercero de primaria en el Colegio San Agustín, donde conocí a Gabriela, y las otras madres de los compañeros de su clase. Posiblemente, si no hubiera cerrado mi empresa, nunca habría intimado con ella, ni hubiéramos llegado a salir los cuatro a cenar, ni se hubiera convertido, en estos últimos tres años, en mi mejor amiga. 
Podría poner más ejemplos para convencerte de que tú y yo hemos continuado juntos por pura casualidad. 
Sin ir más lejos… el azar quiso que ayer mi coche se averiase, justo al lado de la Plaza de Castilla. Viniste a buscarme con tu impecable Lancia, y recuerdo que te comenté que justo a esta hora, hoy mismo por la tarde tenía algo muy importante, algo señalado en rojo en el calendario de la cocina desde hacía un mes… El destino quiso que sonara tu teléfono en ese instante y no me preguntaras dónde tenía que ir, tan sólo a última hora te lamentaste por no poder llevarme, porque qué casualidad… tú tenías un viaje relámpago de una noche programado para cerrar un importante trato con un cliente. Sabes que odio cruzar la ciudad en transporte urbano, nunca llegan a tiempo. La providencia quiso que a pesar de mi sprint final hacia la parada, el autobús C1 siguiese su camino sin mí y no me quedase otra alternativa que parar un taxi.
La mayoría de los taxistas son honestos, y de nuevo es cuestión de azar que te toque uno que no lo sea, que elija la ruta con más semáforos o lo más larga posible para engordar el importe de la carrera. Durante el largo recorrido, caí en la cuenta de que la propia Gabriela el día anterior me había metido en el bolso el último número de la revista en la que había escrito un artículo sobre el embarazo a partir de los cuarenta. Pensaba contártelo esta misma noche, después de la visita al ginecólogo privado al que me dirigía en el taxi. Pero la casualidad quiso que me desconcentrase en ese párrafo de la página 12, justo en el preciso momento que el taxista decidía acelerar en un semáforo ámbar. Puede que aquello fuese cuestión de milésimas de segundo. Es posible que de no haber tomado esa determinación, ni me hubiese dado cuenta de que pasábamos por la calle donde vive Gabriela. Pero tenía en mi mano la revista y aunque deseaba seguir leyendo, el azar quiso que levantase ligeramente la vista justo en el instante en que alguien atravesaba el umbral de su portal, con un trolley de fin de semana idéntico al tuyo. 
¿Lo ves? Al final, todo se reduce a un cúmulo de casualidades. 
Podía no haber levantado la vista y haber seguido mi camino sin descubrir nunca que ese atractivo tipo que entraba con un trolley gris ceniza en casa de mi mejor amiga era mi marido. Podía haber salido cinco minutos antes de casa y haber tomado el autobús, y no pasar en ese preciso momento por casa de Gabriela. Podía haber tenido la fortuna de que me llevase un taxista honesto y prudente que respeta los semáforos en ámbar. 
Y si esto hubiera sucedido, durante el desayuno de mañana no te hubieras encontrado nunca con esta carta. Yo no estaría a kilómetros de distancia y te hubiera esperado para desayunar después de tu viaje para darte la esperada noticia, después de tanto tiempo, por fin…vas a ser papá. ¡Enhorabuena!"
Sylvia Martín.

sábado, 28 de junio de 2014

Facebook: el tendedero de la colada de toda comunidad virtual que se precie


Cada día, uno se conecta a FB pensando "a ver qué narices le pasa hoy a fulano o mengano, a ver si le ha quedado blanca la colada a mi vecina del cuarto, o a ver si el gili ese de mi ex tiene huevos de poner otra foto de su nueva amiga"
Te metes con la esperanza de encontrar todo eso... pero resulta que hay más, mucho más. A saber:
_ A tu amiga del colegio le ha venido el período, y textualmente "tiene un dolor de ovarios de cojones" (difícil, pero no imposible), el colega de tu hijo se ha pillado un dedo con una puerta (y la madre ha colgado, con el zoom de la cámara a tope, la herida antes de irse al hospital a que le pongan cuatro puntos, bueno...también después, ha hecho un reportaje con la mano en cabestrillo)
_ A aquel joven de la gorra con quien empezaste a hablar y te gustaba le han hecho una putada. Le han etiquetado en una foto  donde aparece sin gorra, en pantalón de estar por casa y con calcetines de adidas y, chica... de repente, se te ha bajado la líbido. Te planteas si eliminarlo de tu lista de amigos... ¡Qué tentación, es tan sencillo!
_ Esa mujer que siempre cuelga frases optimistas,  hoy sin venir a cuento se despide del mundo, eso sí dando gracias a la vida con la canción de Joan Baez, y de repente le aumentan los "likes" y tiene 250 comentarios, así que decide no cortarse las venas y dejarselas crecer hasta la próxima neura.
_ La super-woman que enseñaba medio pezón el día 14 de Febrero y se lo dedicaba a todos sus fans masculinos, hoy publica en su muro que se ha planteado seriamente afeitarse la cabeza y hacerse budista, lesbiana o yo qué sé qué.
Y es que, cada uno tiende la ropa como puede, a su manera. Y cada uno se asoma a la ventana como quiere, unos sacan solo la nariz y otros el cuerpo entero. Bueno... ¿Y qué?

Unos utilizan FB para promocionarse,  física o intelectualmente, buscar el aplauso, encomiable y difícil tarea, porque absolutamente todos los que lo usan para lo mismo, ponen el doble, el triple de exitosas fotos, tablas y gráficas con líneas ascendentes de sus progresos... y todo se resume en "yo más, ala". Su lema: "Quid pro quo", o en palabras vulgares: "yo te doy cremita, tú me das cremita" y... ¡ojo al dato! si un día no le pones un "like" en su muro, te lo tendrá en cuenta ,por los siglos de los siglos amén, al menos hasta que no compartas una de sus publicaciones. Algunos estudios demuestran que se suelen cambiar la foto de perfil cada treinta y siete minutos, de media.

Otros se decantan por "desnudarse" en las redes como nunca lo habían hecho antes, al menos en público. A estos los llamo yo "exhibicionistas virtuales". Si no suben foto de todo lo que pasa por su vida (léase desde una foto cepillándose los dientes, dando a luz a su primer retoño, frungiendo, cagando en el báter de un hotel de cinco estrellas...) es que no existe. Si no lo publica en el muro, es que nadie se lo cree. Deben ser auténticos "paparazzis de ellos mismos" las 24 horas del día. Suelen publicar sus más tórridos sentimientos, sensaciones y estados críticos, sea lo que sea, incluso las de sus familiares y amigos. Algunos llegan a extremos de "delirium tremens" y si tienen un funeral le hacen un reportaje al muerto.

También los hay que usan su muro para tirar piedras, ladrillos, adoquines del tamaño de un camión, para denunciar, vilipendiar, criticar la sociedad actual, la antigua, la que ha de venir. No se andan con rodeos, y dejan bien clara su posición y te animan a que te unas a la causa. Yo les llamo "reivindicativos virtuales" que a veces también lo son en la realidad, y a veces, curiosamente no. Suelen tener confrontaciones varias, porque entre sus amistades se encuentra de todo, como en botica.

Algunos, estos son los peores con diferencia, se limitan a invitarte a jugar al Candy crash, y no paran de darte toques hasta hacerte un moratón en el brazo. Entre estos "cansinos virtuales" se incluyen los que buscan un acercamiento más que amigable, los que te abren mensajes privados con cualquier excusa o simplemente te proponen matrimonio y una luna de miel virtual. Insisten como si no hubiera mañana, suelen ser borrados, excluídos, noqueados, denunciados, marginados por el resto de la comunidad, igual que si se tratase del moroso que no paga la cuota, lo mismo.

Y por último, los "voyeurs virtuales" que solo asoman al patio de vecinos para disfrutar con las "desgracias, reivindicaciones, desnudeces" de los atrevidos que tienden su colada en el tendedor de la comunidad, a la vista de todos. Yo no sé si disfrutan o no, pero sí sé que se pasean por los muros como Pedro por su casa.

Cualquier parecido con la realidad, es-pera coincidencia perooooooooooo....

...si Usted, usuario de Facebook donde los haya,  no se encuentra en esta lista, no hay por qué preocuparse,  (y mucho menos, enojarse) siempre se puede hacer un hueco para una nueva clasificación virtual, divertida y sin ningún tipo de intención de molestar a nadie. Se admiten sugerencias, comentarios, opiniones, siempre desde el respeto y la corrección. Como saben, esto es Punto y Aparte, un blog donde se saca punta a casi todo y para todo lo demás...una Master Class.

Sylvia.


martes, 6 de mayo de 2014

SI TU ME DICES VEN... ME LLEVO TODO

Cuando te casas, no te casas solo con tu contrincante... ¡Noooo! ¡Craso error!
Tú tienes intención de casarte con él y con su moto, pero en realidad, no.
La moto le va a durar dos telediarios... no seas ingenua.

Te casas con un tipo que dedica mitad de mañana del domingo a  rascarse los webs a dos manos,  te casas con las finales de copa de su equipo de toda la vida, con el perro baboso que tiene por mascota, con la manía de no cerrar la puerta ni bajar la tapa del báter, con su estúpida colección de bichos, sellos, coches o chapas y... lo peor: ¡te casas con su madre!. Vamos, que te llevas el kit completo.

Además te hipotecas a más de 40 años con la que será la presunta (siempre hay que darle el beneficio de la duda) con la presunta barriga cervecera, también llamada "pecho bajo" por algunos cuarentones que no acaban de encajar ciertas cosas, a saber: ¿porqué sienta mejor a unos que otros la tableta de chocolate en el abdomen? Te hipotecas, como te explicaba, sí.
Es como comprar  sobre plano, primero no ves nada... es un solar "liso y laso", pero luego aquello empieza a tomar forma, forma... foooorma siempre redonda, no hay duda.

Es como si ya pudieras tener en propiedad esa barriga que un buen día él ya no encogerá. Esa misma de la que se sentirá orgulloso: una esférica protuberancia con un apaisado ombligo en el centro,que paseará por la piscina, sobre el nada discreto bañador floreado, moviéndose arriba y abajo al ritmo de su caminar, de su risa... La simpática barriga de la que acabará presumiendo en público, apoyado en la barra del bar después del chapuzón, esa misma a la que le propinará unas sonoras palmaditas y, con una tremenda jarra de cerveza en la mano, afirmará: ¡Eh, oye...que lo mío me ha costado!

Y tú de repente te encontrarás sin saber donde meterte, o sí... puede que si tú no asimilas que la tabletita de tus sueños se haya convertido en un tremeeeeendo huevo kinder suprise,  al final te pases la tarde mirando hacia el socorrista de turno y... puede, solo puede... que no seas precavida con el sol y... puede, tal vez puede... que al bañarte, te de ... un "presunto" corte de digestión en plena piscina...

Y que conste, amig@s: "I love barriguitas cerveceras ¡¡¡FOR EVER!!!"

domingo, 13 de abril de 2014

Hoy quiero compartir con vosotr@s uno de mis primeros "ejercicios" del  Curso de Escritura Creativa, de hace unos años...

LA MECEDORA  QUE SIEMPRE QUISO SER COLUMPIO

Dos maletas grises. Dos maletas desafiantes me esperan en la puerta. El pasillo interminable. 
Y Malena corre hasta mi cintura y la rodea muy fuerte con sus pequeños brazos.
- Papá, no te vayas.-Me agacho despacio hasta que me encuentro sus grandes ojos muy abiertos, suplicantes.
Malena, papá se tiene que ir, ya sabes que mamá y papá...
Y Malena se tapa los oídos, y corre a cambiar de brazos, y hunde las coletas en el vientre de Ella. Aprietan los ojos. Las dos. 
No me miran cuando abro la puerta. No me miran cuando las miro, abrazadas, al final del pasillo interminable, donde jugábamos el domingo al escondite. Se sobresaltan.
Ya no las puedo mirar tras el portazo. 
No puedo ver como Malena se desprende del calor de los brazos de su madre y corre. Echa a Miau de la mecedora, de un manotazo. La gata protesta. La mecedora, también. Malena sube los pies. No quiere tocar el suelo. Se balancea rápido, agarrándose las rodillas entre sus brazos, chupándose el pulgar. Se columpia. Le gusta columpiarse. Me hizo prometer que en verano le pondría un tobogán y dos columpios en el jardín. Y Malena piensa que ya no, que igual ya no llega el verano. Y coge impulso, se balancea más rápido porque el crujido de la madera sofoca el llanto de Mamá.

viernes, 14 de marzo de 2014

7 RAZONES sin fundamento PARA SOSPECHAR QUE TU NOVIO/MARIDO TE LA ESTA PEGANDO

SIETE ESTUPIDAS  RAZONES sin fundamento PARA SOSPECHAR QUE TU NOVIO/MARIDO TE LA ESTA PEGANDO… (por Sylvia Martin)


1.- Sospecha si siempre ha sido un culo de sofá y lo pillas, sudando a chorros en la bici estática, y  apuntando el teléfono de la “tienda en casa” para comprar el “banco de abdominales” .

                Salvo que te diga:
                . Cariño, es para un amigo muy deportista que no puede ver la tienda en casa porque ayer le robaron la televisión. ¡Pobre hombre!
                . Cari, ¿no te lo había dicho? ¡Soy un emprendedor! ¡Montamos un gimnasio en casa con precios especiales para todos los vecinos del bloque!
                . No es lo que parece, esto es el negocio del siglo. Yo compro en la tienda en casa, los tengo que usar para que se note que son de segunda mano y luego los revendo en internet o en subastas.

2.-Sospecha…si al hablar contigo te llama Jessica, Vanessa o Jassmina… y tu nombre siempre ha sido Aurora, Josefa o Trini.

                Salvo que te diga:
                . Cariño, es que no me quito de la cabeza el puñetero nombre de la última operadora de Movistan. De apellido, creo que era Rodriguez. ¿O era Fernandez?
                . Cari, ¿no te lo había dicho? Ayer fui a la biblioteca y he empezado una novela con una protagonista con ese nombre. No, no lo busques… Voy allí a leer a ratos sueltos.
                . No es lo que parece, en mi anterior vida tuve una hermana  melliza/gemela con ese nombre…es como si su espíritu estuviera conmigo. Prefiero no hablar de ello, es muy duro para mi.

3. Sospecha si llegas a casa y lo pillas acostado con otra.

                Salvo que te diga:
                . Cariño, tengo el placer de presentaros: esta es la doctora que casualmente me acaba de salvar de un derrame cerebral, es largo de contar, tengo amnesia transitoria, no recuerdo su nombre, ya perdonarás... y todavía estoy algo atontado.
                . Cari, ¿no te lo había dicho? ¡jajajaja! Esto es una broma de los cuarenta principales, digo… de “cámara oculta”… ¡sonríe!
                . No es lo que parece, estaba durmiendo y me la han metido en la cama los de “Gran hermano Home”, sí, un nuevo reality que se hace desde casa. Anda, no te pongas así, tonta, que lo hago por los dos, si ni siquiera me gusta...

4. Sospecha… Si te encuentras en casa un tanga que no es tuyo.

                Salvo que si te dice:
                . Cariño, ¡claro que es tuyo!, te compras tantas cosas que ya ni te acuerdas de lo que tienes.
                . ¿Esto? Ahhh… Vaya, me pillaste… me lo estaba probando para los carnavales… ¡Sorpresa! ¡Nos vamos a Brasil!
                . No es lo que parece: Me lo acabo de encontrar con una pinza colgando en la cuerda del tendedor, será de la vecina del cuarto.

5. Sospecha… si lo pillas con un disco en la guantera de Alejandro Sanz o Pablo Alborán.
                
                Salvo que te diga:
               . He evolucionado, a mis 40 tacos,  he dejado el heavy metal. ¡Yeah!
               . Cari, ¿no te lo había dicho? ¡Sorpresa!:  Me he vuelto más romántico para ti.
               . No es lo que parece, estaban a dos euros en la gasolinera.

6. Sospecha… si se pega todo el día bajando al bar desde que hay una escultural camarera.

                Salvo que te diga:
                . No me riñas, encima que me bajo allí al bater para no ensuciar el de casa.
                . ¿El bar? ¿La camarera rubia de ojos verdes, con dos piercings en la oreja derecha?  Pues ni me había fijado…
                . No es lo que parece: Resulta que te estoy preparando una fiesta sorpresa para tu cumpleaños, y tengo que ultimar detalles con ella. Ya…ya se que faltan seis meses pero estas cosas llevan su tiempo.

7. Sospecha… si encuentras un móvil de tarjeta nuevo, guardado en el bolsillo interior de su chaqueta.

                Salvo que te diga:
                . No sé cómo narices ha llegado hasta aquí, seguro que Gutierrez, al salir del trabajo, se ha confundido de chaqueta, creo que tiene una igual que la mía.
                . ¿El móvil?  Ahhh… ¡Sorpresa! Se lo he comprado a tu madre para que estéis siempre en contacto.
                . No es lo que parece: Es mi nuevo móvil de empresa. Bueno, ya…  pero también los panaderos tenemos que dar una imagen corporativista…¿no?.