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miércoles, 30 de mayo de 2012

DE OCA A OCA.......Y ¡HOY TAMPOCO TOCA!


De oca a oca… y ¡hoy, tampoco toca!

Si es que ya no dejamos nada al azar.
Yo después de 15 años de noviazgo y siete de catequesis matrimonial, me casé, como dios manda: por la Iglesia. Bueno porque lo manda Dios y María de las Santas Reliquias del Corazón de Jesús, que así se llama Ella. De apellido, simplemente Pérez.
Aunque le llamamos “Santa”, por acortar.

La de sorpresas que te da la vida. Horas antes de la boda, (no habría tenido días para decirmelo, digo yo) me llama para decirme,: “Tengo algo muy importante que confesarte sobre mí”.
Me temblaban las canillas, cuando por fin me soltó que era del O´pus. A mí aquello me sonaba a grano virulento y seborreico, y me asusté. Sí, llámenme ignorante. Consulté a mi sobrino que tiene 5 años pero es superdotado y me explicó que eso del O´pus es como una secta, pero legal, porque lo llevan los curas.
Y me tranquilizó.

Lo malo ha empezado después con la idea de Santa de la concepción, o sea, que mi mujer quiere tener hijos. Señaló que un tal Jose María, uno de sus jefes o escribano o algo así, exponía que “el lecho conyugal es como un altar” y aquello que mi Santa me venía repitiendo durante cinco años de matrimonio, noche sí y noche también:  “el fin de la sexualidad es la reproducción.”
De todos modos, al llegar a la cama ya se me habían ido las ganas.
Cuando rezas tres avemarías y un credo, antes del acto, la libido baja considerablemente.

Bueno, pues desde hace unos cuatro meses, mi Santa va y asegura que ya está preparada para tener descendencia. Y a mi, me dieron ganas de llorar de la emoción.
Craso error.
No dejó nada al azar. Y eso, jode.
Porque mis amigos, me felicitaban con un sarcasmo sin precedentes y coincidían en que lo mejor de ir a por un bebé, eran los previos, el calentamiento, vaya… y que por fin me iba a hacer un hombre.
Pero me quedé de un bloque, cuando esa misma noche, ni se había quitado el camisón largo, ni desabrochado el botón del cuello, no se busqué en vano algo que me diera una señal, un indicio pero nada de nada.
Después de la hora y media de rezos, me acerqué a ella, disimuladamente, intenté tocarle el tobillo subiendo ligeramente la tela, con mi pie derecho y me soltó: ¿se puede saber qué haces? A lo que respondí, que intentar ir a por nuestra descendencia, como manda el opus.
Entonces, lo sacó.
¡El maldito test de ovulación Predecible!. Según aquello-me aclaró- acababa de tener sus días fértiles, y hasta el mes siguiente, no tocaba.

Con semejantes argumentos, no tuve otra opción. Pero yo también tenía los míos: Ya no tenía sueño y solo quería divertirme un poco. Hacer algo distinto, juntos.
Ella me escuchó y finalmente sonrió, comprensiva.
¿Así que te apetece diversión, picaruelo? ¿Te apetece jugar un poco conmigo?
Mis ojos se salían de las órbitas y grité como un poseso: ¡Sí, sí, siiiiiii!

Se levantó de nuestro altar/barra/ lecho conyugal, y pude escuchar a lo lejos, el tintineo de hielos en los vasos. Puso música suave, la de los Panchos.
Me temblaban las manos al desabrocharme el pijama. Cuando llegó, yo estaba desnudo, y sin previo aviso, puso sobre la cama el tablero.
-         Pero… ¿qué es esto?- fue lo que acerté a decir.
-         La oca, me respondió.- Venga, ¿quién empieza?.



martes, 29 de mayo de 2012

MICRORRELATO PARA CONCURSO LITERARIO "una noche de insomnio..."


Una noche de insomnio y otra, y otra…”.
El vaho de sus propias palabras se confundía con la espesa niebla que envolvía su particular cementerio de sueños rotos.
Ya había estado allí muchas veces, desde la noche en que desapareció Daniela.
“Otra noche de insomnio… pero juro que será la última”.
Trató de esculpir en su mente un epitafio acorde para ese réquiem de las noches en blanco, tal y como le iba dictando su subconsciente.
Pero solo se le ocurrieron cuatro palabras: “Ya no puedo más”
Dispuesto a deshacerse de ellas, recogió las sobras de su etéreo equipaje: tres malas ideas, dos desilusiones y una pobre excusa. 

Todavía con el amargo sabor de esas tres últimas pastillas, se quitó los zapatos, sin prisa, y antes de lanzarse al vacío de su cama, rompió en pedazos la tarjeta de su psicoanalista.

martes, 22 de mayo de 2012

TU AMULETO


TU AMULETO

Me gustaría ser tu amuleto y viajar en tu bolsillo, para esos días en los que necesites una ráfaga de suerte.
No te importará ni mi forma, ni mi tamaño.
En ocasiones, seré tan esponjosa como un pedazo de algodón, para que me acaricies, sin prisas, cuando te falte una pizca de ternura. O también… delicada y fría como una piedra preciosa, solo para que disfrutes con los destellos de mi belleza superficial.
Seré de tu color preferido, o mejor… de tantos tonos distintos como tú decidas.
Podré pasar desapercibida en tu bolsillo o ser visible en la palma de tu mano. Te acompañaré en un proyecto nuevo, o cuando juegues a la lotería.
Tendré formas redondeadas, suaves… o más de cuatro aristas puntiagudas, me volveré simétrica o irregular, y prometo ser tan versátil como quieras.
Seré tan ligera como la brisa que toca tu rostro en primavera. O tan densa como el vaho que escapa de tu boca, en una mañana fría de invierno.
Seré tu estación preferida, o… por qué no, todas al mismo tiempo. Puedo convertirme en varios amuletos de un solo día o en uno solo, para siempre.
Necesitarás mi presencia en momentos difíciles, y yo te daré serenidad, o podrás depositarme en la mano de esa persona tan especial que llegará a tu vida y compartirme con ella.
Me leerás, en silencio, cuando estés solo… o aburrido. Te susurraré estas palabras si la nostalgia se apodera de ti, cuando una nube de dudas amenace acabar con tus certezas, para que estas letras resbalen entre tus dedos, arrastrando cualquier instante gris.
Porque aunque no me veas, siempre estaré a tu lado, porque soy un regalo: tu amuleto.
Y además…porque un día, me pediste un cuento…

viernes, 18 de mayo de 2012

“HACIENDA SOMOS... TODOS” o “EL PEQUEÑO CONTRIBUYENTE”

¡Me sale a devolver, qué suerte...!




“HACIENDA SOMOS... TODOS” o “EL PEQUEÑO CONTRIBUYENTE”
* (Esto es una parodia de una noticia real. Fuente: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/05/16/catalunya/1337181883_270788.html)
Cada día nos ponen más fácil esto de hacer humor con la actualidad. Y es que… la realidad supera a la ficción.
Ya… ya sabemos que “HACIENDA SOMOS TODOS” y que en este, nuestro país, pagamos impuestos hasta por estornudar, pero aún así… Hacienda somos todos. Ya perdonarán pero es que… me emociono al pronunciar estas palabras, me llenan de orgullo y satisfacción.
Qué bonito es estar unidos todos los españoles en algo, ¿verdad? “Somos todos” y… ya está, punto pelota.
Sin distinción de color, sexo, gustos culinarios, estado civil o edad. Efectivamente, ni la edad es importante para Hacienda. De hecho, han tenido el detalle de enviar el borrador de la declaración a un bebé. ¿Qué mejor regalo para un niño de dieciocho meses? No me digan que no es bonito… integrarle ya en el sistema recaudatorio en el que vuelvo a repetir: “somos todos”.
Pero no solo eso… fíjense hasta donde llega la generosidad de Hacienda con el contribuyente, que al pequeño Teo (así se llama el niño) ¡¡¡le sale a devolver!!...
Hacienda le devuelve nada más y nada menos que 53 céntimos de €uro. No me digan que no es estremecedor y emotivo… Pero ahí la pregunta que TODOS nos estamos haciendo... ¿por qué narices a él ...le sale a devolver y a mi... a pagar?
Al parecer, Hacienda ha investigado al presunto contribuyente y se ha dado cuenta de que el niño vino con un pan bajo el brazo. “No nos importa que fuera de hogaza, pan de pueblo, barra gallega o una baguette”- ha declarado el ministro Montoro- “Pero sabemos que el precio medio de una barra de pan es de unos 53 céntimos, así que… de ahí la devolución”.
“Y hay que añadir- continuó visiblemente emocionado el ministro- que el niño está en paro. Ha salido al padre”.
 Lleva exactamente dieciocho meses sin trabajar. ¡Ya está bien! ¿no?... aunque en su defensa diremos que  que tiene pensado apuntarse en breve a algun cursillo acelerado del INAEM, alguno virtual o presencial en la guardería.
La madre del pequeño contribuyente nos ha confirmado: “La motivación del niño es muy grande, está también muy ilusionado por empezar a cotizar a la Seguridad social, le hemos enseñado a firmar con un garabato el borrador de su primera declaración y se la enmarcamos al lado del cuadro de Bob esponja. Próximamente, nos han asegurado en el Inaem que realizará sus primeros cursos y posiblemente en pocos meses, consiga un trabajo para ser un bebé de provecho, aunque Teo parece que apunta maneras de emprendedor y preferirá trabajar como autónomo...en... en lo suyo.”
Estupenda la noticia… El pequeño Teo ya ha sentido en sus propias carnes la llamada de Hacienda Somos Todos.

copi rait de Silvia Mar Hernández. (o... no.mecopiesote.caneopuntocom)

miércoles, 16 de mayo de 2012

Entre el Norte y el Sur



Entre el Norte y el Sur
Soy ese extraño ser que habita en un castillo de naipes, a caballo entre el Norte y el Sur, entre el Todo y la Nada. Mealimento de pequeños brotes de esperanza que germinan en Tierra de Nadie, Tierra Extraña...un terreno baldío, y en ocasiones, fértil.
Mujer incapaz de mirar al pasado y sin vista para el futuro dónde respiro palabras, frases o versos que hacen que bombee mi corazón.
Y no temo a la muerte, a la mía, ni a la vida, a la tuya… a veces solo se vislumbrar un horizonte gris, y tan solo me atormenta una cosa: un axioma matemático absolutamente, grotescamente cierto: las vidas paralelas, como la tuya y la mía, nunca llegan a cruzarse... 

martes, 15 de mayo de 2012

MI PECULIAR DICCIONARIO DE PALABROS












 
RAQUITISMO: Inflamación aguda de la empuñadura de la Raqueta
OCLUSIÓN: Deducción final en la tesis sobre la polémica letra "O".
CORREDURÍA: Maratón de Agentes de Seguros
TIRITAR: Colocar tiritas.
DECUBITO: Referente al caldo en pastilla.
SIRENA: Caballero inglés un tanto afeminado.
AGUACATE: Bofetada húmeda con los cinco dedos.
DECAPITADO: Hombre sin cabeza, que procede de la capital.
CRAQUELAR: masticar cubitos de hielo convulsivamente hasta triturarte las muelas
POTABLE: Repulsivo, asqueroso, vomitivo...
FULERO: Vendedor de fulares (e incluso pañuelos de otros tamaños)
GUIÑO: Defeco mientras cierro un ojo repetidas veces.
TRASTABILLAR: Tropezarse repetidas veces con el taco al intentar hacer una carambola
VERMICULITA: Ginecólogo, en chile.
VENTISQUERO: Chubasquero para vendedores ambulantes, muy indicado para lluvia y cierzo.
MUDANZA: Dícese del arte de cambiarte la ropa interior al tiempo que bailas.
PERVERTIDOR: Dícese del que encuentra el placer sexual en derramar líquidos industriales y aguas residuales al mar.
CONCUPISCENTE: Relativo a la inconsciencia del que se acuesta con la amante/concubina sin haber orinado antes.
CARCASA: vivienda muy chapada a la antigua.
REBANADA: Conjunto de bananas en manada o rebaño, sin ningún sentido.
POLIGONERA: Portera o Conserje de cualquier polígono industrial
TERMOMETRO: medida del calor en ferrocarril subterráneo en verano, hora punta.
CIRCULAR: Dar vueltas perfectas sobre tu propio trasero, de 360º
TELEFONÍA: Reciente enfermedad cuyos síntomas son un marcado soponcio, telele o patatús con inflamación aguda de las cuerdas vocales
SUTIL: Calificativo para demostrar la gran importancia de la veinteava letra del alfabeto español.
EXPANSIÓN: Expropiación de una gran mansión...para hacer algo más grande y que contamine
ENARBOLAR: Colocar el adorno navideño en lo más alto de la copa del abeto
RESTITUCIÓN: acto de pagar con dinero los servicios sexuales de una vaca.
DODECAEDRO (para el arqueólogo con sinusitis): lugar en el que cae el dromedario, DRO para los amigos.
CONCUPISCENTE: Relativo a la inconsciencia del que se acuesta con la amante/concubina sin haber orinado antes.
VIOLETA: terrorista en prisión en posición decubito
NINIHILISMO: Negación enfermiza de la existencia de las hilanderas.
AUTOMOVIL: sony edison con cuatro ruedas tuneado
ESTILETE: Peluquero profesional, estilista del marciano que protagonizó E.T.
BARBARIDAD: Deidad con Barbas rizadas, como por ejemplo: Poseidón
ESTEREOTIPO: dícese del hombre que es capaz de reproducir los sonidos de su cuerpo en estéreo...
REBAÑO: Asearse dos veces consecutivas, generalmente en casos extremos de mugre.
SOLO.MI.LLO: Egocéntrico.
ENCOLAR/ ENCOLARSE:Ponerse delante del primero en la fila del cole...
EXALTACIÓN: Exabrupto que misteriosamente suelta el sacerdote cada vez que sube al altar
DUODENO: famoso duo de los años 70 que se popularizó gracias al espacio televisivo de Barrio Sésamo para la enseñanza de los adverbios de negación.
ANEXITIS: Inflamación exagerada de un anexo en un libro o enciclopedia.
JAMONERO: De los perniles, el más erótico.
CAPRICHO: Recuerdo adquirido en un bazar chino en la Islade Capri
TAGARINO/tragarino: Personaje diminuto de dibujos animados con apetito voraz.
TESTAFERRO: Cabeza esculpida de Margareth Thatcher o Angela Merkel, entre otras
COMEDOR: Lugar donde se sirven comidas con un olor(hedor)
insoportable
RASTROJOS: Globos oculares de oferta en mercadillos ambulantes. A veces, se encuentran verdaderos chollos por pares sueltos.
INGENUIDAD: Proceso de interiorizar el gen de un dios, para los creyentes sin malicia.
ACIDULANTE: hombre que solo lanza piropos ácidos..
CHAPAPOTE: el que echa la papa, en lugar de dentro, afuera... sobre el maletero del coche
PERVERTIDOR: Dícese del que encuentra el placer sexual en derramar líquidos industriales y aguas residuales al mar.
EXPRESIÓN: Relajación y desparrame al quitarse la faja de cuello alto
LA TROCINIO: "La corto en pedaciñios" ( Expresión gallega muy usada en clases de cocina)
PORTERO: Periodista de usar y tirar... Antónimo: Re-portero
MULATA: hembra de asno negro, por parte de padre.
PESCUEZO: Expresión del andaluz al sacar con la caña objeto pescado no identificado
CERROJAZO: Guiño felino.
REFRANERO: Dobre recipientre para hacer franes
ITINERANTE: Leyenda en las paradas de los buses urbanos de Zgza., que viene a decir que el itinerario ha cambiado-
LIMNÍGRAFO: Aparato raro, raro donde los haya, por un lado escribe, por el otro ilumina, te sirve de ambientador de cítrico para sanitarios y se puede usar de paraguas, solo en días de lluvia.
ARTESONADO: 1) Dícese de cualquier objeto de valor artístico con un componente musical. Por ejemplo: Tarjetas de felicitación horteras con hilo musical chirriante.
2) Ruido-chasquido de cristales de bohemia o de porcelana china del jarrón de la bisabuela.
ESCATOLOGICO: Vocablo para designar a un maño que además de católico es lógico y coherente con sus creencias, algo insólito, vamos.
ESTRUCTURAS: Contracturas de diversa índole provocadas por estrujamiento, generalmente a la altura del esternón.
AR-MARIO: .- Saludo militar a otro tal Mario.
PORFI..ADO: Expresión muy pija tras pedir los consabidos tres deseos a una criatura fantástica de sexo masculino.
MESURA: Ganancia excesiva de un avaricioso mesías. (Ahora el término es aplicable también a cualquier entidad bancaria).
HABITUAL: Hábito muy chick, usado a diario, por las Hermanas del Convento
ESCARABAJO: Expresión utilizada habitualmente en los siguientes casos:
1) La secretaria intenta enviar un fax al revés. "Escarabajo", le apunta susurrando alguien por lo bajini.
2) Es tu primer día de jugador de Mus, y eres el primero en dar cartas. "Escarabajo", te apunta el de la izquierda.
3) La séptima posición del Kama Sutra. Ella te mira atónita semejante postura y riendo dice: "Escarabajo".
HI-GÜERA: saludo cordial de un inglés a una rubia mejicana
VESTIMENTA: Ropa muy fresca, de verano.
CACHIBACHE: Socabón ridículo en la calzada.
REGENTE: Doble de personas de las que caben.
PARAFARNALIA: Especie de parafarmacia china de todo a 1€.
DEMORA:
RESPETO: babero de grandes dimensiones que se ata al cuello de la vaca.
IMPRESIONANTE: Dibujo realizado en una cazadora de piel de alce.
LACA: Va detrás de la Jota.
SOBRECOGEDOR: Cartero en prácticas.
FANTASMA: Asmático con excesiva imaginación y fantasía.
SINGULAR: Verbo. Perder el ansia de comer.
PARTICULAR: Fractura de coxis.
ATRAGANTAMIENTO: Don, facilidad para decir falsedades mientras pasa la comida por la garganta.
CALEFACCIÓN: Hechos atribuidos a personas de raza gitana.
DIVERGENTE: Parque de atracciones.
SOPORTE: Infusión que da sueño.
RESPUESTA: colocar la vaca extraviada en su lugar.





lunes, 14 de mayo de 2012

Si tu me dices ven... me llevo TODO





Cuando te casas, no te casas solo con tu contrincante... ¡Noooo! ¡Craso error!
Tú tienes intención de casarte con él y con su moto, pero en realidad, no.
La moto le va a durar dos telediarios... no seas ingenua.

Te casas con un tipo que dedica mitad de mañana del domingo a  rascarse los webs a dos manos,  te casas con las finales de copa de su equipo de toda la vida, con el perro baboso que tiene por mascota, con la manía de no cerrar la puerta ni bajar la tapa del báter, con su estúpida colección de bichos, sellos, coches o chapas y... lo peor: ¡te casas con su madre!. Vamos, que te llevas el kit completo.

Además te hipotecas a más de 40 años con la que será la presunta (siempre hay que darle el beneficio de la duda) con la presunta barriga cervecera, también llamada "pecho bajo" por algunos cuarentones que no acaban de encajar ciertas cosas, a saber: ¿porqué sienta mejor a unos que otros la tableta de chocolate en el abdomen? Te hipotecas, como te explicaba, sí.
Es como comprar  sobre plano, primero no ves nada... es un solar "liso y laso", pero luego aquello empieza a tomar forma, forma... foooorma siempre redonda, no hay duda.

Es como si ya pudieras tener en propiedad esa barriga que un buen día él ya no encogerá. Esa misma de la que se sentirá orgulloso: una esférica protuberancia con un apaisado ombligo en el centro,que paseará por la piscina, sobre el nada discreto bañador floreado, moviéndose arriba y abajo al ritmo de su caminar, de su risa... La simpática barriga de la que acabará presumiendo en público, apoyado en la barra del bar después del chapuzón, esa misma a la que le propinará unas sonoras palmaditas y, con una tremenda jarra de cerveza en la mano, afirmará: ¡Eh, oye...que lo mío me ha costado!

Y tú de repente te encontrarás sin saber donde meterte, o sí... puede que si tú no asimilas que la tabletita de tus sueños se haya convertido en un tremeeeeendo huevo kinder suprise,  al final te pases la tarde mirando hacia el socorrista de turno y... puede, solo puede... que no seas precavida con el sol y... puede, tal vez puede... que al bañarte, te de ... un "presunto" corte de digestión en plena piscina...

Y que conste, amig@s: "I love barriguitas cerveceras ¡¡¡FOR EVER!!!"







Volvemos en 5 mn... nos vamos a publicidad (monólogo)






Monólogo : Nos vamos a publicidad… volvemos en 5 segundos

Fijaos si me gustará la publicidad que yo aprovecho las películas para ir al báter.
En serio…
Es que me los imagino ahí sentados alrededor de una mesa y cavilando sobre como anunciar el papel higiénico o el pegamento para la dentadura postiza… y es que…me da la risa floja, oye… que para ser publicitario tienen que meterse algo fuerte antes.

Los hay para todos gustos (los anuncios, digo): exageraos, mentirosos, irreales, sosos, picantes, tiernos… y da igual lo que se anuncie. ¡Qué más da!
 Diría que la mayoría son de suspense, porque nunca sabes lo que anuncian hasta el final.

A ver, entre los más irreales, está ese del producto de limpieza… si eres tío y soltero, y no sabes cual te digo, échale un vistazo a la estantería…seguro que lo has comprado al por mayor, después de ver el anuncio.
 Sí, sí, ese el HQ7… ¡el mismo! porque seamos lógicos… cómo narices puede limpiar un tío la cocina (que eso, de por si, ya es algo inaudito) después de volver del gimnasio (observen mujeres la tableta a la altura del abdomen del susodicho…), después de haberse duchado con el Axe (porque una tia asi en la cocina de tu casa, solo te puede haber caido del cielo) y haberse afeitado con la maquinilla de las 700hojas…y después de todo eso, ni corto ni perezoso, este “homínidus rarisimus”, ves que agarra con una elegancia sin igual el HQ7,  con una mano y con la otra (sin esfuerzo y sin perder por el camino la toalla que le cubre lo justo)con un hábil gesto,  te sienta encima de la encimera (valga la rebundancia) y te hace una limpieza a fondo, con un arte que ya lo quisiera Don Limpio o (in inglish…Mister Propér.)
 Y mientras… suspiras (porque está claro que suspiras)… y te preguntas (porque está claro que te lo preguntas)” Mmmm… ¿Quién dijo que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez?”

Pero, entre tú y yo, qué quieres que te diga… a mi me da un poco de pena el chaval, en serio… me dan ganas de meter el brazo por la pantalla y… y…apartarle el HQ7, que no hace más que estorbarle.

Pero para anuncio irreal… el de ese ambientador que no abulta nada, y se pega a la pared…ese anuncio si que es la lexe, vamos.
Una cosa te digo: “A mi me llaman a la puerta de casa, y tengo a mi hijo con 120 niños en fila que me dicen: “mamá…que vienen todos a casa de Pablito a cagar…” y vamoooos, no le doy un “toke” sino una docena collejas a los cagones, según vayan pasando… “

domingo, 13 de mayo de 2012

JAQUE AL REY (ERASE UN REY QUE TENIA UN GRAN REBAÑO DE ELEFANTES...)






Música de fondo para el relato "Jaque al Rey": Erase un rey que tenía... un gran rebaño de elefantes (Hilario Camacho)
Intérprete: Hilario camacho

http://youtu.be/sgnHcl7yZpc




JAQUE AL REY

Se disponía a efectuar la cuadragésima jugada sobre el tablero. La Reina contra el Caballo.

Necesitaba concentración pero, últimamente, en palacio nunca nadie para quieto.

Su oponente parecía crecerse por momentos a pesar de haberle dado al whisky.

Incluso alguien se hubiera atrevido a insinuar que el susodicho llevaba una buena trompa...

El Rey miraba el reloj: debía mover ya o... perdería la partida y el avión privado a Botswana.
Nadie puede asegurar a ciencia cierta qué es lo que sucedió- Seguramente,  una distracción absurda de esas que tienen los reyes: un nieto que le incordia porque jugando a ser rey se ha disparado al pie con una escopeta, el yerno que le pide ayuda porque jugando con su mujer en la otra mesa ha caido al calabozo... cachissss, y ahora dos turnos sin jugar al monopoly...,  o la hija mayor que no atina a colocar el rollo del papel higiénico en el portarrollos real.
Al final, por unos o por otros, el caso es que le pusieron nervioso a su majestad y las figuras de Marfil del Ajedrez Real acabaron rodando por el suelo, también real.
El adversario, trompa perdido, se levantó a recogerlas... pero el Rey, se agachó más rápido, notó un crujido y se quedó sentado en el suelo, con la cadera más afuera que adentro.
- Jaque al Rey- proclamó el Señor Elefante.
- Ya...
- Esto te pasa por romperme las "piezas", que no gano para colmillos, Juanca.
- Lo siento mucho, me he equivocado... no volverá a suceder.


EL CANDADO (HUMOR ABSURDO)






EL CANDADO


RELATO ELEGIDO POR ESCUELA DE ESCRITORES Y
 PUBLICADO EN ANTOLOGÍA 2012


Harto de que me robaran todas las ideas, aquella tarde salí a comprarme un candado.

Y al tiempo que calentaba mis pies en el microondas, ya que el frío era absolutamente espléndido, me aseguré de que la espía del tercero izquierda no pudiera salir de su casa.

Pasé media noche precintando su puerta con cinta adhesiva transparente.

Era un plan infalible. Había sacado la cuenta mentalmente: cuatro rollos de celo a cero con cincuenta cada rollo, dos euros del ala. Hablando del ala, el problema principal fue el gato: un minino de nada más y nada menos que cuatro patas y un rabo, que curiosamente no me supuso ningún contratiempo grave, salvo un arañazo de escasa importancia en el pulmón izquierdo.

Por suerte, tengo algunas nociones escasas de medicina industrial y un botiquín muy bien provisto con ciento setenta y tres vendas, que robé cuando estuve ingresado en el locutorio.

Era imprescindible,  no solo necesario, adquirir el guardián de mis ideas cuanto antes. Muy cerca me esperaba un "todo a un euro".

Una vez en el establecimiento, pagué en monedas de cinco al hombre de ojos rasgados que manipulaba la caja registradora y salí de allí caminando hacia atrás, para pasar desapercibido. Cualquier precaución es mínima, me dije.

De la papelera de la entrada, con motivos londinenses, tomé un clínex casi sin usar y el paraguas negro, puesto que el rojo hubiese llamado demasiado la atención en un día de lluvia y encima tampoco era mío, lo cual me honra.

El simpático vendedor chino me despidió a su manera, en un perfecto suajili.

Como no pasaba ningún taxi, paré al autobús de la línea cincuenta, que iba en dirección contraria a la mía, para despistar a cualquier otro soplón que no fuese el viento.

“Siga a ese coche”, le ordené, mostrándole mi insignia de detective privado donde si se quería, se podía leer claramente: “Kellogs”.

Protestaron algunos viajeros pero callaron en seco cuando les expliqué con todo lujo de detalles que me encontraba en acto de servicio.

Tomé las muletas del señor de la escayola, para abrirme paso hasta la puerta. Todos tuvieron el detalle de apartarse a un lado y dejarme bajar en la siguiente parada.

Con las muletas en una mano y el paraguas con la bolsita de plástico y el candado en la otra, proseguí mirando a diestro y siniestro.

Mi casa solo estaba a dos manzanas y medio kilo de brócoli de allí. Así pues, pagué la cuenta a la frutera y subí en el ascensor hasta el sexto piso, solo para disimular.

Una vez allí, junto al felpudo, dejé tumbadas las muletas, tras borrar las huellas dactilares con el ticket de la verdulería. Seguidamente, bajé por la escalera, peldaño a peldaño, hasta el tercer piso, en el que afortunadamente vivo.

El gato de la vecina no maulló siquiera, por lo que entré en casa, sin más dilatación.

Hice una analítica rápida de los hechos. El balance era sumamente positivo: la vecina espía continuaba encerrada en su casa y el gato probablemente muerto.

Mucho más tranquilo que cuando estoy nervioso, procedí a quitarme la venda, lo que fue un alivio para mis ideas que salieron disparadas de la cabeza, sin orden ni concierto, chocando unas con otras, hasta convertir el salón en una piscina de bolas de colores. Resultó bastante complicado rescatar cada una y volver a introducirlas sin dañar mi mente. De todo este incidente, saqué una clara conclusión: las ideas son más rebeldes que el gato.

En cualquier caso, conseguí reunir casi todas en mi cerebro y finalmente, como quien cierra una maleta llena, logré colocar el candado.

Solo entonces, me dirigí a la comisaría más cercana.

- Esta es la razón de mi estancia en objetos perdidos, terminé de explicarle al agente. Además de devolver el paraguas negro, si no le importa, voy a poner un cartel gigante de aproximadamente cinco por tres, quince, con mi talla, dirección y número de teléfono, por si alguien de buena voluntad, encontrase las seis o siete ideas extraviadas y tuviera a bien devolvérmelas. 

Espero que me llamen.

SOPA DE LETRAS







Sopa de letras.


No me gustaba nada la idea de trabajar para otros, después de veinte años llevando mi propio restaurante, pero después de casi un año en la cuerda floja, me vi en casa oyendo los debates y ojeando los clasificados de la voz de Donosti.
No sabría decir lo que más me llamó la atención de ese anuncio, si el hecho de que pidieran un cocinero sin experiencia en cocina vasca o el requisito indispensable de una aceptable cultura literaria.

La oferta añadía incorporación inmediata y así es como pasó.

A la mañana siguiente, después de las presentaciones precisas, ya me estaba colocando el delantal más extraño que he visto en mi vida: con el dibujo de un crucigrama gigante, cuando el metre me ordenó que me lo quitase y saliese al comedor para sentarme en una mesa, como un comensal más.

Observa y no pierdas detalle.- me dijo.

Obedecí sin entender lo que estaba pasando allí, por supuesto. Me puse a mirar la calle por la cristalera. Desde luego, razón no le faltaba a la página web que había consultado esa misma mañana: el prestigioso restaurante se encuentra en un punto estratégico, entre la calle Pensamiento y Libertad... justo enfrente de la Universidad de Los poetas...o sea, el sitio: cojonudo.

Alrededor de la una y media, aparecieron los primeros clientes a los que más tarde seguirían muchos otros. El camarero más alto me miró, hizo un guiño y los acompañó a la mesa más próxima. Adrede, supongo, para que no me perdiera detalle.

Les observé unos segundos. El de mi derecha parecía realmente hambriento, y en cambio, su acompañante pasaba las páginas del menú, de delante a atrás y de atrás a adelante, sin acabar de decidirse.

Pasados los minutos de rigor, el camarero se atusó la pajarita y se colocó al lado de la mesa.

Puedo aconsejarle unas sugerencias de la casa.- insinuó.

Apenas levantó la vista un instante, la cruzó con su amigo, que parecía demasiado ocupado en atinar a colocarse la punta de la servilleta por dentro del cuello de su camisa de rayas.

Si no tiene mucho apetito, me atrevería a sugerirle unas frases sin sentido como primer plato.

No las he probado, y realmente apenas tengo hambre.

Le aseguro que no llenan, en absoluto.- auguró el camarero.

Resopló sin mucha convicción y lanzó una mirada suplicante al otro comensal. Yo no daba crédito a mis oídos, y comencé a mirar hacia los lados estúpidamente, por si me estaban filmando con una cámara oculta.

¿Qué vas a pedir tú, Patxi?

Para empezar, un octosílabo poco hecho. De segundo, soneto de Quevedo en su jugo.

Buena elección, señor, un octosílabo en su punto- anotó.- ¿lo quiere sin acompañamiento?

No sabría decirle, porque lo he degustado con unas cuantas sinalefas, y me sentó bastante bien.

En mi humilde opinión- manifestó el locuaz camarero- el octosílabo en su punto y con unas sinalefas variadas, es lo más acertado. De hecho, hay sitios en los que lo sirven con hiatos en abundancia, pero suele acabar repitiendo en exceso...

Y que lo diga, Usted si que sabe, a mi me producen ardores... ¿Ya has pensado, Ferrán?- preguntó dirigiéndose al compañero que seguía pasando páginas del menú.

El mozo les miraba de reojo, aparentando no tener prisa, pero ya veía yo que acababan de ocupar las últimas dos mesas de la esquina.

Ummm... si no tienes mucho apetito hoy, puedes abrir boca con una sopa de letras o unas greguerías sin más... - intentó ayudar el tragaldabas- y de segundo, un microrrelato sencillo... es lo más digestivo, a mi parecer...

No sabe cuánto lo siento, se me han terminado los microrrelatos, pero en su lugar, le puedo servir un par de pareados, especialidad de la casa.

Asintió con firmeza, cerrando la carta y entregándole el menú.

¿Qué beberán?

Umm... una botella de silencio del 84.

Perfecto, caballeros.






SYLVIA MARTIN

Curso de Escritura Creativa

HABITACION 113



 

HABITACION 113 A pesar de conocer la dirección de memoria, miró por tercera vez el arrugado papel que escondía en su mano. Las siete y veinte minutos. Aceleró, casi inconscientemente, su paso. El escaparate de una tienda de modas le devolvió un fugaz reflejo, un boceto de su nuevo aspecto: el pintalabios de mamá no le quedaba tan mal, le hacía parecer “mayor”. Sí, era cierto que el ZAR le había dicho, por activa y por pasiva que lo importante era el interior. Por fin iba a conocerle. Alzó la vista y se detuvo. “Hotel Royal”. Calculó a simple vista que tendría unas nueve o diez plantas. Y de repente, se sintió insegura: ¿Y si aquello no era buena idea? ¿Y si la descubrían..? ¿Y si…?
- ¿Puedo ayudarle señorita?
La voz de un joven recepcionista pelirrojo la sacó de su ensimismamiento.
- Una, una…habitación- consiguió contestar. Se echó hacia delante , tras mirar a ambos lados, y añadió en un susurro- Vengo de parte del.. ZAR.
- En ese caso… es la 113.- le dijo mientras le entregaba la llave.
Nueve días después, el inspector de policía, Ramón Exposito, gorra en mano, se pasaba por segunda vez la mano por la calvicie, pensativo.
- ¿Debería pedir refuerzos, inspector?- acababa de preguntar su compañero, justo cuando aparcaban.
- Vamos…- ordenó en señal de respuesta.
Entraron en el hall. El agente usó sus dotes observadoras y anotó mentalmente cada detalle.

- ¿Puedo ayudarles, agentes?
- Eso espero. – contestó Expósito mostrando al recepcionista la placa- 
- Investigamos la desaparición de esta chica. – añadió el agente sujetando la foto de una chica de unos 13 años con prótesis dental.
- Me temo que no he visto nunca a esta joven.-
- Hemos hallado esto.- El inspector sacó un arrugado papel, salpicado de…¿sangre? donde se leía, en letra casi infantil: “Hotel Royal. Habitación 113”
- La llave de la 113, por favor…- solicitó el agente.
El recepcionista parecía confuso. Se pasó la mano por su alborotado pelo color zanahoria.
- Me temo que es imposible. Este hotel dispone de 9 plantas, cada una con 12 suites o habitaciones… No existe ninguna habitación con esa numeración: ¡NO existe la 113.!

ELEGANCE



ELEGANCE

Aquel hombre de cintura generosa se adentró en el restaurante del Hotel Elegance, con su pantalón corto y chancletas de playa, amarrado del brazo de su no menos oronda mujer, que ahora se había detenido y trataba, en vano, de soltar la arena de sus alpargatas a punta pies,sobre el precioso felpudo de la entrada.

- Por aqui, caballero: Los señores Ponte-Alegre, de la habitación 113.

El otro anotó una cruz en su tablilla de excel y les hizo pasar, tras una reverencia.

Fina dejó colgada de la silla la gorra roja con el slogan de "Talleres Martinez, su taller de siempre"

Vicente se colocó la servilleta, sobre el pecho, cubriendo parte del mensaje de su camiseta de tirantes: "No necesito divertirme para beber. Whiskipedia."

El enjuto camarero ofreció las cartas, como cada día y se hizo a un lado.

- Mmm... tomare un pollito feliz durmiendo en su colchón de plumas verdes, cari. ¿y tú?

 - Oh... ¿mousse de pato bronceado?, suena bien.

 -¿y de postre, señores?

 - Mmm-Fina miró la carta  de nuevo, mientras Vicente urgaba con verdadero afán, entre sus dientes, con un palillo - No se...¿el pastel tibio de yemas a la vainilla sobre su lecho caramelizado es...?

- Flan, señora. Flan. Le sugiero esas nubes de limón en cielo crujiente con barquillo en luna menguante.

- Disculpe...-interrumpió Vicente removiéndose en su silla.-¿van a tardar mucho?

- solo dos minutos, ¿por?

- He de ir al excusado. Tengo miedo de no aguantar: "sindrome secretor diarréico, ya sabe."

"NOIGO.. SIEMPRE A TU LADO"



“NOIGO, SIEMPRE A TU LADO”




No pienso cruzar campo a través con mis botas nuevas de tacón de aguja. Y mucho menos, arriesgarme a que se me queden enganchadas las medias de rejilla en cualquier zarza y presentarme allí como un guiñapo, como una cualquiera.

Sabía que la idea de quedar con este tipo iba a causarme problemas.

Me ruge el estómago. Me arden las plantas de los pies. Debería haberme puesto las plantillas “devora-el-confort“, porque creo que ya me están saliendo ampollas.

Y para colmo, ni siquiera se si me gusta el tipo. Tampoco hay mucho donde elegir en este pueblo, esa es la verdad.

Meto la mano en el bolsillo de la cazadora y aparte de un clínex usado, solo encuentro un puñado de pipas. Pruebo una y la escupo. ¡Rancias!. Las puñeteras pipas están rancias.

La cabeza me da vueltas y noto un sudor frío.

Me paro a la altura de dos tristes amapolas. Escucho el zumbido de algo parecido a un abejorro que debe estar al acecho detrás de mi. Aunque no lo veo, intento espantarlo a manotazos, caminando cada vez más rápido en zig-zag.

Y empiezo a notar un hormigueo en mi cintura, una extraña vibración.

-¡Ah, no! ¡si es mi móvil!- me digo.- Mi viejo móvil… sin saldo.

“Que sea Manolo, por favor, que sea Manolo y me venga a buscar, aunque sea con el tractor.”
- ¿Diga?- contesto apretando fuerte el teléfono contra mi oído.
- ¿Es usted la titular de la línea?
- Claro que soy la titular de la línea.- contesto impaciente. “Nada, que no es Manolo.”
- Bien, doñita- me dice una voz femenina con marcado acento cubano- le llamo del departamento de atención al cliente de su operadora de telefonía móvil.
- Ah… ¿del móvil? ¿Son de “Noigo”?
- Sí, sí… yo le oigo perfectamente, doñita.-me contesta la cubana.
- Mire, no tengo tiempo para tonterías. Me he perdido, ¿me entiende?- de pronto noto que me tiembla la voz y me entran ganas de echarme a llorar.
- Entiendo, doñita, le llamamos para ofrecerle un nuevo servicio que…
- Le digo…- la interrumpo- que estoy en medio de un camino polvoriento, totalmente perdida, que no tengo saldo para llamar y …encima me están matando estos tacones.
- Entiendo, doñita… le paso con un agente.
Y me quedo, como una imbécil, con el móvil pegado a la oreja, escuchando la música del himno de la alegría de fondo.
Miro a mi alrededor. Una piedra me sirve de asiento. Me descalzo y masajeo mi pie derecho. Suena un pitido, dos… ¡la batería!
De pronto deja de sonar la musiquilla.
- “Estás en el menú principal”- me escupe la dichosa voz grabada de una operadora, esta vez sin acento cubano- ¿desea hacer una consulta desde el número que está llamando?
- Sí, sí…- afirmo rápidamente, con la esperanza de que se ponga alguien al teléfono.
- Si desea consultar su saldo, diga o pulse 1, si desea información sobre renovación de su terminal, diga o pulse 2, si desea hablar con un agente… diga “agente”
- Agente, agente… ¡agenteeee! - grito como una posesa.
- Le pasamos con un agente.- y de nuevo el himno de la alegría.
- Buenos días, mi nombre es Alvaro. ¿en qué puedo ayudarle?.- ofrece una voz masculina grave y perfectamente modulada.
- Hola, soy Milagros, y estoy perdida en mitad de un camino en…- intento recordar el tablón de madera mohosa, agarrado con unas cuerdas, que he pasado hace por lo menos media hora- en… San Honorato del Valle… ¿lo conoce? ¿puede ayudarme?
- ¿su nombre, para dirigirme a usted?- se me insinúa el agente.
- Milagros, pero puedes llamarme Mili- coqueteo.
- Perfecto, Mili. Ya conoce nuestro lema: “Noigo siempre contigo” Claro que podemos ayudarla, y… es un verdadero placer para nuestro departamento contar con un nuevo servicio que puede contratar desde este momento. ¿Quiere activar su servicio de GPS? Así podremos ayudarle
- Claro, claro… ¿qué tengo que hacer?
- Bien, Mili. Pulse almohadilla, 3,2,1 y diga CERO, alto y claro.
Con los dedos temblorosos, porque el móvil ha vuelto a avisarme de que no tengo casi batería, sigo al pie de la letra las instrucciones.
En ese momento, casi tiro el móvil de la impresión. Luces de neón azules y verdes parpadean a lo largo y ancho del dichoso terminal.
Del altavoz sale una voz metálica que me anuncia: “Su posición en coordenadas es 40.7903033,-1.3540994, usted se encuentra en el área perimetral de la provincia de Cuenca, España, en un camino polvoriento entre las localidades de Santa Orosia y San Honorato del Valle.”
Vuelvo a colocarme el auricular en el oído, esperando algo más.
- ¿oiga…?
- ¿Ha funcionado correctamente su servicio de GPS?- pregunta la voz masculina
- Sí, sí… pero necesitaría llegar a Santa Orosia… no tengo agua, ni comida, me quedo sin batería… ¿a cuánto está a pie?
- Déjeme que haga algunas comprobaciones… sí, a siete kilómetros y cincuenta y ocho metros exactamente, según sus coordenadas.
Resoplo e inevitablemente, me echo a llorar.
- No obstante, disponemos de un servicio de búsqueda adicional… por si desea contratarlo en este momento.
- Sí, sí… claro que quiero el servicio de búsqueda.
- Recuerde nuestro lema: “Noigo siempre a tu lado”. Queda activado el servicio de búsqueda.
De pronto el móvil empieza a vibrar como un poseso, emite unas señales luminosas hacia el cielo.
- ¿Y ahora qué pasa?- pregunto asustada.
- No se preocupe Milagros, nuestro servicio de búsqueda se ha activado con éxito.
Un fuerte viento y un ruido estridente planean sobre mi cabeza: un potente helicóptero dibuja círculos bajo el cielo.
Empiezo a dar ridículos saltitos y agitar los brazos. Pero el cacharro sigue dando vueltas sin intención de aterrizar.
- ¿Milagros?
- Sí, sí… dígame.
- ¿Desea activar el servicio de recogida de clientes de Noigo, en este momento? De lo contrario, el aparato seguirá dando vueltas en el cielo indefinidamente.
- Sí, claro que sí…
- Mire hacia arriba, verá un helicóptero de grandes dimensiones con el logotipo de Noigo, soy yo… el que le está saludando desde la ventanilla… ¿me ve?
- Sí, sí, le veo… ¡Sí, lo activo, lo activo!.
- Perfecto, no se retire. El servicio de recogida de clientes ya esta activo.
Me tapo la cabeza con mis manos para protegerme. Se levanta de pronto algo parecido a un huracán. Cuando abro los ojos, me encuentro a un apuesto joven con un pinganillo y un micrófono viniendo hacia mí. Lleva pantalón negro y una camisa blanca con el logotipo “Noigo”.
Detrás de mi… justo en ese momento, oigo un claxon.
- Bienvenido al servicio de recogida… Mili, ¿desea activar…?
Me giro y observo que se acerca un tractor…
- ¡Vamos rápido, quiero subir ya al helicóptero…! ¡sí, sí… a todo!
Y justo cuando me estoy subiendo al moderno aparato, embelesada con la amplia sonrisa de mi agente… alguien me zarandea fuerte.
Abro los ojos. Me despierta Manolo.

- Mili… que no para de pitar tu móvil, que le falta batería… que ya estamos llegando, y que… a ver ahora donde leches aparco yo el tractor.

LA PELÍCULA DE MI VIDA






LA PELICULA DE MI VIDA


No me gusta colocarme tan cerca de la pantalla, pero en este caso, he acabado por ceder.

Creía haber dejado claro en la taquilla que prefería una localidad centrada, pero ahora que recuerdo, se ha limitado a regalarme una irónica sonrisa al decirme “Sala Uno, ya puede pasar“.


De pronto, siento un pinchazo de remordimiento: debí llamar a Carlos para hablar con él, aunque fuese solo un minuto … Ahora ya se con toda seguridad que llegaré tarde a casa, y él se habrá acostado. Mañana por la mañana, también trabajará, me lo comentó. Habíamos pensado hacer una escapada de fin de semana, pero otra vez será imposible. Ahora, el pobre anda muy liado con el tema de la renta y todo eso, que tienen que entregarlo antes de no se qué día. Y digo el pobre, no quiero compadecerme de él, porque yo vuelvo después de siete días de Congreso, una semana entera de conferencias, mesas redondas y debates que, a pesar de ser interesantes, aportan poco o nada. Agotador.


Pero volviendo a Carlos, no entiendo por qué no le he llamado. O quizás sí. Puede que sea cosa del subconsciente. En el fondo, a pesar de que le quiero con locura, o quizás por eso… me encanta que sufra un poco. No darle todo en bandeja.

Si tardo media hora en llamarle, si me retraso un poco más de lo normal… entonces se que empezará a preocuparse, a necesitar saber de mi casi con urgencia. Pero luego, como dice Charo, soy demasiado blanda y visceral, y ni siquiera doy opción a que me eche de menos.

Y es después cuando lo pienso. Puede que luego sea él quien me llame.


De camino, he conectado el manos libres en el coche, precisamente lo instalé hace quince días. No me arriesgo a coger el móvil… y perder un montón de puntos. Creo que cuando salí del Palacio de Congresos, olvidé desactivar el modo silencio.

En fin, no sirven de nada mis propios reproches pero tampoco he hablado con mi madre. Poco me hubiera costado avisarle de que no puedo volver a la hora prevista, que no me espere a cenar… además si me retraso, estará angustiada. La conozco bien. Después de montarse una película de Hitchcock, acabará por marcar el número de teléfono de Carlos.


Creo que necesito ir al lavabo. Me sobra tiempo. Son menos cinco. He mirado el reloj, aunque no estoy segura de en qué momento.


Se están apagando las luces. Es curiosa esta sala para ser de un pueblo de paso: van disminuyendo la intensidad de la iluminación poco a poco, gradualmente.

Estoy en una butaca en la tercera fila, muy cerca del pasillo, así que no tengo obstáculos, piernas, bolsos, gente a la que molestar. Me incorporo y camino lentamente hacia el punto de luz de la salida de emergencia.

Recorro el pasillo a oscuras… pegada a la pared de moqueta. Me sorprende que esté todo tan poco iluminado, incluso los servicios, al final del pasillo.

Me noto muy extraña, tengo una sensación de presión en la boca del estómago. Pienso en lo que he comido, hace bastante rato: ¿tres horas y media?, aun con todo, creo que fue algo muy suave. No recuerdo.

Pensé ir al baño, pero en cambio, sigo aquí, sentada. ¿O quizás he ido y ya he vuelto?

No, no estoy segura.

Percibo mi cuerpo distinto, ingrávido, algo alejado de mi propia realidad. Me gustaría verme en un espejo, posiblemente estoy algo pálida. A la salida, ahora no me levanto.

Ni siquiera miré el título… o quizás sí lo hice al entrar, la verdad: me cuesta recordar cómo he llegado hasta aquí, supongo que ya me encontraba mareada.



Procuraré relajarme, deleitarme con la música. Suave, lenta, acogedora… parece que me va meciendo, transportando… no quisiera dormirme… pronto comenzará la película.


La profesora de yoga hace unos días trajo una música parecida para los diez últimos minutos de clase. El sonido del agua, un riachuelo, un piano de fondo, trinos suaves… en otras circunstancias prefiero el pop-rock, pero soy de gustos variados… no me gusta encasillarme, tampoco me gustan las etiquetas.


Debo estar sonriendo… no estoy borracha, ni nada por el estilo. Si bebes, no conduzcas. Puede que haya tomado solamente agua.


Eran las tres de la tarde y hacía mucho calor, eso sí puedo recordarlo, y por supuesto, bebí una botella de agua, casi entera, además de mojarme abundantemente la nuca y el cuello.

Me palpo la ropa… está seca, por suerte. No, no llegué a empaparme. Y si lo hice, se ha evaporado.

De pronto, oigo un chirrido prolongado, un sonido estridente... Abro los ojos, aunque es inútil estando en tinieblas.

Parece extraño, juraría que se movió el suelo bajo mis pies.

La tensión me produce siempre dolor de cabeza y ahora, aprecio un sabor metálico en mi boca.

Miro al suelo, hacia los lados… nada. Sigue todo en penumbra.


Hacia el frente, tampoco hay cambios en la pantalla, no se como la gente de este lugar no protesta.

Me viene a la mente, una nítida imagen de la primera vez que fui al cine. Llevaba dos lazos rosas en las coletas, que me costaron sudores y lágrimas.

Mi madre siempre me daba tirones al peinarme. Al cogerme el pelo con esas gomitas de gancho, se me saltaban las lágrimas.

Ahora aguardo en aquella fila del viejo cine Rialto, con una bolsa pequeña de palomitas de colores apoyada entre el canesú del vestido de mariposas y la correa cruzada de mi pequeño bolso de cuero.

Ella se agacha y me coloca bien la faldita. Yo resoplo hacia mi frente y se alborota mi flequillo.

Aprieto fuerte su mano, porque estoy nerviosa, porque es la primera vez que voy al cine.

Ahora que me oigo suspirar, no puedo evitar relacionarlo con Carlos: nuestra primera vez.

Lleva un vaquero desgastado, y se está desabrochando la camisa. Sonríe mirándome fijamente a los ojos. Miro la luz de las velas y luego su torso, en penumbra, su perfecto abdomen. Yo también sonrío, con timidez, y le ayudo a desabrocharse los últimos dos botones. Comienza lentamente el bolero de Ravel. Me recreo unos instantes pero…aflora otra imagen, (asociación de ideas le llaman).

Mi pánico reflejado en sus gafas de sol.

No se si por asociación de ideas, pero distingo claramente mi pánico reflejado en los dos cristales de sus gafas de sol.

Nos encontramos en la cumbre de la montaña rusa, fue en nuestro viaje a Barcelona. Me agarro fuerte y grito… y cierro los ojos al iniciar el descenso. Quisiera no haber subido.

Descendemos a una velocidad vertiginosa, apenas puedo respirar, sale un sonido gutural de mi boca y me agarro con todas mis fuerzas a la barra metálica… Mi novio se ríe, pero también ha gritado, imitándome y veo que suelta las manos de la barra, me las enseña agitándolas y alza los brazos… y le suplico que no lo haga, por dios.

No se porqué me río si realmente tengo miedo de que pueda salir despedido de esa serpiente de acero. La vía no acaba nunca, no veo el final de los rieles. Solo oigo chillidos a mi espalda. De nuevo, ese dolor en mi sien, mi mandíbula, y en la boca del estómago.


Me veía en sus gafas, como ahora, en las pulidas baldosas blancas, grandes, de aquel pasillo interminable. Me cuelgan los pies en la silla, los balanceo. Y mi mirada salta de la punta de mis zapatos a la doble puerta con el cartel de prohibido el paso a toda persona ajena…

Soy pequeña, pero no tonta. No pensaba cruzarla, no se tenían que molestar en colocar el cartel… ¿alguien que no sea médico, cirujano o enfermera va a entrar ahí por su propia voluntad? No, a no ser que sea el paciente, y no tenga más remedio. Después de dos horas y media, asoma el pico de la bata verde tras la puerta. Despacio. No como antes, ahora no se levantan los bajos de la bata con el movimiento rápido, porque el hombre sale despacio. No tiene prisa. Nos mira de lejos y avanza. Salto de la silla y corro a preguntarle si ha salido bien la operación.

Yo creo que no me ha oído, y se lo repito más deprisa y más alto, y la verdad, me molesta que los mayores se empeñen en no dar importancia a nuestras preguntas, me alborota el pelo, toma del brazo a mi madre y se apartan a un lado.

Casualmente, me doy cuenta que la música ha cambiado, me sudan las manos, el corazón palpita rápido.

Un, dos, tres…

La pantalla… puede que haya algún problema con la película.

Parece que empezará en breve la película.

Los nervios del examen se evaporan cuando apruebo, llego a casa. Celebrábamos el cumpleaños de Jorge, y entro saltando con el papel en la mano, gritando le cojo del bolsillo las llaves del coche a mi hermano.

Mi madre nos llama a comer, y mi sobrino tira el biberón de agua al suelo.


El agua.

Si no estuviera todo tan lúgubre podría salir a por un botellín. Tengo que mirar hacia la puerta de entrada por si entra un acomodador o alguien que pueda dar una explicación a lo que está ocurriendo en esta sala.